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lunes, 15 de abril de 2013

La Sirenita

Historia adaptada:

En el fondo del mar había un castillo en el que vivía un rey con sus seis hijas, todas unas hermosas sirenas. La más bella de todas era Ariel, que tenía una voz muy particular.
Nada les gustaba más a las sirenas que escuchar las historias que los explicaba su abuela sobre el mundo que existía en tierra firme. La abuela les decía que cuando cumpliesen 15 años podrían nadar hasta la superficie.
Cuando la sirenita llegó a esa edad no dudo ni un momento a subir y quedó deslumbrada viendo en la lejanía, una nave. Nadando se acercó a ella, se sentó sobre una roca y observó atenta a los marineros que iban y venían alzando las velas.
Vio a un joven príncipe que le enamoró. De repente se avecinó una tormenta y las olas sacudieron violentamente el barco hasta hundirlo.
La sirenita nadó para salvar el príncipe, y dejó que la corriente le llevara a la costa. Se quedó a su lado cantandole canciones durante toda la noche. Cuando salió el sol, vio que el príncipe despertaba, entonces, volvió al fondo del mar.
Explicó a su abuela lo que había sucedido y le dijo que quería volver a tierra para poder verle otra vez.Pero su abuela se lo negó y la sirenita decidió ir a ver a la bruja del mar, la única que podía ayudarla.
La bruja le dio un brebaje que le permitiría cambiar su cola por unas piernas, para poder salir en la superficie. Ariel lo hizo sin dudar, y cuando subió a la superficie se dio cuenta de que tenía piernas pero se había quedado sin voz. Se durmió en la arena y al despertar se encontró con el prícipe a su lado.
Este le dio las gracias por haberle salvado la vida y le preguntó como se llamaba pero ella no podía hablar. Inmediantamente el príncipe la llevó a palacio. Como la sirenita no podía hablar, el príncipe decidió llamarla Aurora.
Un día el príncipe le presentó a Úrsula, princesa de un país lejano. Le dijo que se quedaría con ellos unos días, pero la sirenita advirtió algo extraño en sus ojos.
Transcurrían los días y el príncipe cada vez se acercaba más a Úrsula, dejando sola a la pobre sirenita, que no dejaba de pensar donde de que le sonaba esa mujer.
Una noche, durante una fiesta a palacio, Úrsula cantó con una voz bella. La sirenita reconoció entonces su propia voz, que la bruja le había robado el día que transformó su cola de pez en piernas de mujer. El príncipe quedó pasmado ante aquella voz y propuso a Úrsula que se casase con él.
La noche de la boda, la sirenita estaba más triste que nunca. De pronto vio a sus hermanas mayores surgir del mar. Las hermanas le dijeron que para romper el encantamiento de la bruja tendría que besar al príncipe para que este se enamorase de ella y así poder recuperar su voz. Ariel se lanzó a los brazos del príncipe y le besó. El maléfico embrujamiento se rompió.
El barco en el que estaban se sacudió con violencia y Úrsula se convirtió en la horrible bruja que era. La sirenita entonces pudo dar explicaciones de todo. El príncipe se disculpó y la pidió matrimonio. Fue la boda más espléndida que se hubiese visto.



Historia normal:

En el cuento original, la protagonista solo puede salir a tierra para estar con el apuesto príncipe si bebe una poción que aparte de perder la voz, le hace sentir como si caminara sobre cuchillos todo el tiempo. A pesar de esto ella bebe la poción. En principio este sacrificio sería suficiente para que ella se casara con su príncipe y vivieran felices para siempre, pero no. El príncipe se casa con otra mujer y la pequeña sirenita tiene que escoger entre matarlo y volver a ser sirena o lanzarse al mar y morir ella. Decide salvarle la vida al hombre que jamás será suyo y se lanza al mar, donde su cuerpo se disuelve hasta convertirse en espuma marina.

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